Faulkner, escribiendo cuentos, es así: se pasa párrafos describiendo acciones más o menos triviales y morosas (un tipo que vuelve de la siega, caminando por el campo, subiendo y bajando colinas, olfateando las mujeres que le cruzan el paso, mirando el movimiento del sol y el lento y rural paso del tiempo) y cuando tu paladar de ritmo urbano está a punto de decir "come on, William", te descerraja un tiro como este:
"El hombre puede falsificarlo todo salvo el silencio. Y en aquel silencio conoció el miedo".
Tomá pa' vos.
Se vuelve un buen momento para apagar la música, enfrentar el silencio y seguir leyendo.
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