28 febrero, 2011

¿Y estos pibes quiénes son?

Webeando por ahí uno se cruza con cosas que le llaman la atención por motivos diversos. En este caso, me enganché con la idea visual que podrán apreciar a partir del minuto dos, más o menos. Nada del otro mundo, pero me divirtió.

Hasta ahí, me mantuvo entretenido el laburo del nerd de la guitarrita amarilla.

Me hacen acordar a algo...





TWO DOOR CINEMA CLUB | What you know from MGdM | Marc Gómez del Moral on Vimeo.

26 febrero, 2011

Pater Putativus

Acabo de enviarle un mail a un amigo de nombre José. Ya no acostumbra a hacerse llamar así, pero de chico, para todos, era “Pepe”.

Supongo que conocen la leyenda acerca del origen del sobrenombre “Pepe”: vendría de Pater Putativus, que en las glosas de los textos teológicos se abreviaba “PP”, y era la manera en que se referían los estudiosos de la biblia a José, padre, como no puede ser de otro modo, adoptivo de Jesús el de Nazaret.

Y, vieron como es la cabeza de caprichosa a veces, que se queda rondando pensamientos inútiles, me fijé en algo, si lo piensan, curioso: esta leyenda supone que, para que en el idioma castellano la abreviatura “PP”, una referencia docta inscripta en textos de circulación, de suyo, restringida, se convirtiera en “Pepe”, apodo de todos los José, alguien que tenía acceso a esos textos y sabía leer debió comenzar a usar el “PP” para referirse a algún José, quizás el mismo José de Nazaret.

-Oiga hermano Bartolomé, ¿ha copiado ya la página sobre el PP?

-¿El Pepe?

-Si, hombre, José de Nazaret, el Pater Putativus.

-Procuraré haber acabado la página sobre Pepe antes de Completas, fray Ignacio.

-Ala, hermano Bartolomé, más respeto por nuestro Santo.

-Pero si se lo digo con todo respeto, Dios lo sabe.

(Y cabe imaginar a ambos monjes persignándose).

-¿Terminó la página, hermano Bartolomé?

-Si, como le prometí, fray Ignacio, y ya la he entregado al Padre Pepe...

-Discúlpeme usted, hermano Bartolomé...

-Que se la he entregao al padre José, como el Santo...

-Más respeto, hermano Bartolomé, que deberé indicarle penitencia.

(Y ambos monjes se persignan.)

Es decir que, en aquellos fantasmales, inquisitoriales, lúgubres y circunspectos monasterios del medioevo español habría habido un grupo de copistas poseedor de un celestial sentido del humor...

22 febrero, 2011

¿Lobo está?

"...cuando todos pasemos a ser neobonobos y
la única música valedera sea el free jazz..."
Tamarit, en Ignoto Braxton


¡Pero claro! Neobonobos en masa, bailando, desenfrenados, al ritmo de un free jazz from hell. Machos y hembras en rave milenarista, en torno a vaya a saber qué dorado becerro, ídolo de lata u oro, qué más da, si al fin y al cabo un signo es un signo es un signo y no el metal de que está hecho, y revolean los brazos y sacuden las piernas y aporrean tambores, arañan guitarras y contrabajos, resoplan en saxos y clarinetes, aúllan un scat animal y todo parece tan desarticulado como el más granado free jazz.

Es así: parece que no hubiera ley.

Eso parece.

20 febrero, 2011

Amaneceres confusos

Amaneceres, digo, en ese sentido de “amanecer” como despertarse o levantarse, pero también entrar de a poco en la conciencia. A solas, por suerte (es feliz despertarse solo, sin urgencias ajenas; hace unos días un amigo que escribe cuentos me lo hizo notar, no a mí personalmente, sino que me hizo reparar en eso a través de una observación de uno de sus personajes). Digamos: enfrentarse, a solas, con las propias ganas, las ganas ¿de qué? Estuve sentado un rato, sin hacer nada, sólo respirando. Estar estando, como decía Saer. Luego prendí la compu, leí blogs, varios blogs, derivé desde los conocidos (Vero, Carlos, Luc, Mara, Luis...) hacia los márgenes o los afueras de la barriada. Agregué un par de sitios nuevos a mis feeds, los leeré a ver que traen. Me hice un mate. La cocina es un asco. Ayer mis hijos comieron en mi casa. La beba jugó con su arroz. Metía las manos en su plato y hacía que los granos almidonosos se le pegotearan, y luego se los sacudía con el gesto de un migrante epiléptico que despide la costa. Hay arroz ahora en los más alejados intersticios. Me hice unas galletitas con manteca y me senté a escribir (no lavé todavía los platos). Me cebo el mate y pienso en lo bien que me sentaría un baño. Ganas de todo, a la vez. Pongo música (le permito un rato a Anne Calvi: compré la idea de que sería como la sucesora de PJ Harvey, en su música y en los afectos de Nick Cave; por ahora, me resulta demasiado parecida a su antecesora y mucho más pretenciosa).

Enfrentando las ganas.

13 febrero, 2011

Touché

...ahora entiendo por qué no querés trazar el paralelismo. Claro, no había leído la entrevista (y mucho menos el cuento) y no tenía idea de que Cohen venía de plantarse en disidencia con Cortázar, en un punto tan sustancial.

Y yo llevo ahí ese fragmento de Cortázar de puro simple, fijate.

Me gusta lo que dice Cohen (es curioso a veces como uno suspende el principio de no contradicción: también me sigue gustando lo que decía Cortázar). Y también sigo sintiendo que el fragmento de Cortázar que decora la contratapa del libro de Castillo no está en contradicción con lo que plantea Cohen respecto de la "sensación verdadera". La contradicción es, en todo caso, con aquél otro célebre pasaje.

Y aún así creo que Cohen no contradice, sino que expande, refina, matiza, aunque adopte el recurso retórico de plantarse en disidencia (si no estoy reduciendo la cosa, Cohen opone lo "técnico" a lo "sensual"; ¿acaso Corázar pensaría que lo que llevaba a un boxeador hacia el knock out era la mera y sola excelencia técnica? ¿no era acaso un admirador de lo que había de "danza" en ese lance?).

O será que se me antoja saltar de Cortázar a Cohen en continuidad y no en intervalo.

Como sea: dos puntos para Cohen, mi estimada.

11 febrero, 2011

De lo irreversible

(Yo vuelvo a tomar nota del día en que uno de mis hijos se larga a andar en bicicleta. Esta vez, mi niña. No sé por qué pongo este énfasis, pero el día en que acompaño a mis hijos en ese aprendizaje tiene para mí un carácter muy simbólico: es un ritual de paso. Es un día en que el niño en cuestión levanta los pies del suelo, descubre que no necesita que lo sostengas, y expande su universo a unos cuantos, unos cuantos, metros más allá del área de control parental. Y, en darles ese empujón, me siento especialmente "padre", siento que ese es mi trabajo como padre -si, son muchos años de diván y de lecturas psicoanalíticas y conozco bastante acerca de la teoría que dice que en algo como eso consiste la "función paterna", pero es algo más que eso, es la "realidad" de estar haciéndolo, es la conciencia y la sensación de que uno corre y transpira y se agita para que el niño sienta que puede y, cuando descubre que puede, uno acepta y escoge como pago la sonrisa triunfal y definitiva. Y además, pienso en que en aprender a andar en bicicleta está eso que expresa el dicho, aquello de que hay cosas que son, justamente, como andar en bicicleta: que no se pueden olvidar, que son "irreversibles").

El 8 de febrero de 2011, diríamos que cerca de la puerta de Tanhäuser, mi hija segunda aprendió a andar en bicicleta...

10 febrero, 2011

Ya nadie va a escuchar tu remera

Esto es efímero
Ahora efímero
Como corre el tiempo!
Tic... Tac efímero
Luces efímera...

Ya nadie va a escuchar tu remera, lo' Redó.

Hemos sabido vestir las remeras apropiadas, esas, con los estampados coloridos u oscuros, según. Nos hemos paseado por los lugares adecuados y hemos repetido los ademanes consagrados. Podemos enumerar los santos de la mejor hagiografía y hasta podemos permitirnos alguna herejía. En el mejor de los casos, hemos sabido, hemos probado (a los demás y a nosostros mismos) que podemos pasar por insiders, que hemos ayudado a cortar el bacalao y que conocemos la verdad de la milanesa. La expectativa a nuestro alrededor es enorme.

Pero llegado un punto, nos hemos parado frente a la pantalla incadescente y vimos el cursor marcar el tiempo cronométricamente, N pulsaciones por segundo, de acuerdo con la configuración (Control Panel\Keyboard properties\Cursor blink rate), devenido un reloj que, en lugar de medir el tiempo, "han pasado tantos minutos", como una voz contable, administrativa, nos recuerda más simplemente: "el tiempo pasa", memento mori, y ahí, solitos, con las adecuadas remeras, en dominio de los ademanes, queremos articular palabra, la palabra, y entonces nos asalta el vértigo, porque la palabra propia no existe. Será, en el mejor de los casos, un invento.

Ante el silencio del mundo que, de alguna manera, nos reclama nombres (porque el mundo no los tiene), muchas veces, enmudecemos. O, frenéticamente, repetimos los ademanes, la palabra de los santos...