30 enero, 2010

Alguien tiene que ser el malo


273. ¿A quien llamas malo? - Al que quiere avergonzar siempre.
274. ¿Qué tienes por lo más humano? - Ahorrar a alguien la vergüenza.

275. ¿Cuál es la señal de que se ha alcanzado la libertad? - No tener vergüenza delante de sí mismo"
Nietzsche, La Gaya Ciencia.


La clave (o la trampa), en el fragmento de arriba, está en la palabra "humano": ese adjetivo puede entenderse en un sentido positivo o en uno negativo. Pensamos nietzscheanamente si vemos el tinte peyorativo que esa palabra tiene ahí. Lo humano, consta hasta en la Wikipedia, es algo que para Nietzsche debe ser superado. Una herramienta para eso es la malignidad.

La malignidad, entiendo, sería la fuerza que hace salir de sus escondrijos a los compasivos, a los que están dispuestos a ahorrar a alguien la vergüenza, a permitirle a quien no ha alcanzado la libertad, no otra cosa que un esclavo, pasar por alto su condición. Una suerte de concepción instrumental de la malignidad.

Hay quienes que para convencerse de que han alcanzado la libertad salen a la caza de miserables para humillarlos, para no ahorrarles vergüenza. Convertir eso en una disposición proactiva, buscar en todos y cada uno la falla (y sabemos que a cualquiera que se mire lo suficientemente de cerca...), no deja de parecerme una forma menor de ejercer la voluntad creadora. En otro lugar de la Gaya Ciencia, Nietzsche dice:
"¿El mal es necesario? (...) Estos jóvenes quieren que les venga de fuera, o fuera se les ponga visible, no la felicidad, sino la desgracia, y su imaginación se esfuerza en hacer de ella un monstruo para ponerse en seguida a lidiar con él. (...) Ni saben qué hacer de sí mismos y por eso escriben en la pared las miserias de los demás; siempre necesitan a los demás."
Me quedo pensando en esa paradójica manera de depender de los demás, quizás todavía, e irremediablemente, humano, demasiado humano.

22 enero, 2010

Übermensch

"273. ¿A quien llamas malo? - Al que quiere avergonzar siempre.
274. ¿Qué tienes por lo más humano? - Ahorrar a alguien la vergüenza."

Nietzsche, La Gaya Ciencia.

¡Enfermos! Jodiendo al personal, enrostrando al otro su falla, todo el tiempo, sádicos metódicos, buscando el lugar donde duele para aplicar ahí presión. Forman parte del paisaje, están presentes, abundan, inevitables, orgullosos de su juego, adorando las mayúsculas del nobiliario título de Hijo de la Gran Puta, mierdas, soretes insufribles del hostigamiento. "¡No soy débil", se recuerdan todo el tiempo, incansables, fortísimos. Vanidosos narcisistas, inhumanos suprahombres, incapaces de nada mejor, se procuran sutura mediante el esfuerzo por ser los mejores y más grandes peores, El Malo por antonomasia. Resentidos de que Dios no exista, no tienen mejor idea que devenir satanases, encarnación del Mal: el Mal Necesario....

12 enero, 2010

Dibujos

El rey despertó esa mañana presa de la inquietud. Había tenido un sueño, vago e impreciso, que había dejado oscuridad en su alma. Consultó el oráculo, que fue diáfano: debía guardar una penitencia para apaciguar a los dioses. A su juicio quedaba el carácter de la mortificación. El resultado fue la muda angustia y la sorda incertidumbre, de las que era imposible extraer indicación o sugerencia. El rey atendió los asuntos de su estado. Ordenó sacrificios humanos. La noche llegó y trajo el sueño aciago. La mañana lo llevó desesperado ante el oráculo, que fue diáfano: la mortificación debía pesar sobre el rey mismo. Se clavó en la espalda las rituales espinas y caminó sobre las antiguas brasas. La noche no trajo la paz: los dioses seguían insatisfechos. El rey consultó el oráculo una vez más, que se negó a dar razón: lo que debía ser dicho había sido ya pronunciado. Enloquecido, el rey decidió huir. Caminó sin rumbo por el altiplano. Varias veces giró la luna. Cada mañana, el alma del rey despertaba oscurecida por el sueño de la víspera. Quiere la crónica que el rey regresara al punto de partida al cabo de numerosas lunas. Esa noche soñó su largo periplo. Una divinidad menor lo cargaba en su carro de fuego y lo elevaba al cielo, para que pudiera ver el dibujo creado por sus pasos. A los ojos de los dioses, había trazado nítidas imágenes en las arenas del valle de Nazca. El rey amaneció muerto y pretende la crónica que su rostro mostraba calma.

01 enero, 2010

"Otras verdades vendrán
diferentes"



Me gusta esta canción. Vuelvo a postearla.

A la memoria de Hernán, cuya ausencia aún no puedo creer. A la memoria de mi abuela, que me enseñó a jugar.

A la salud de aquello que ha llegado sin buscarlo y de lo que he buscado al pedo. Por aquello en que nos hemos convertido.

Por las pasiones que vendrán. Por el tiempo perdido.

Por los hijos que vendrán, recitando.

Por todos los hechos que vendrán a terminarse.