29 septiembre, 2006

Matar al padre

Más reflexiones metablógicas, en unilateral contrapunto,
inspiradas por la involuntaria dupla Hargén-Soler

Cuando nació el cine, muchos decían que no era más que un divertimento para iletrados que no sería nunca capaz de vehiculizar las altas aspiraciones del espíritu. Por suerte, hubo gente que hacía cine que logró dejar de sentir culpa o sentimiento de inferioridad ante las artes "nobles" en las que buscaban razón: la literatura, el teatro, las artes plásticas. Se dieron el lujo de aceptar su herencia de circo y de vodevil, aprendieron lo que les servía aprender y hubo cine.

¿Es productivo dejarse arrastrar por el prestigio malicioso de las artes burguesas? Está claro que el blog no es literatura, por lo menos no en el sentido que conviene al mito del Autor, al concepto de Fama, a la apropiación privada de riqueza social y al negocio de las editoriales y su star system (y eso estaría por verse, contrapruebas no faltan).

Pero, qué tanto: hagamos, si nos va deseo en eso, el blogging más honesto y mejor que seamos capaces.

Y que sean blogs.

28 septiembre, 2006

Atún

Animal gregario, redondo, chato y de cáscara muy dura, que se agrupa formado pilas según el color de la piel. Existen dos variedades principales, discriminadas de acuerdo con la presencia o no de aceite en la carne. Es muy apreciado para la elaboración del vitel toné, lo que provoca sobre las poblaciones de estos sedentarios animales, a fines de diciembre, un aumento estacional de la presión depredatoria.

19 septiembre, 2006

Reloj biológico

Dícese de un dispositivo orgánico no creado para ese fin pero susceptible de ser empleado para medir el tiempo a causa de la regularidad de sus comportamientos. Ciertos modelos jóvenes pueden ser utilizados como infalibles despertadores. Estos últimos, sin embargo, resultan de difícil cuando no imposible reprogramación.

Como mi niña, sin ir más lejos, que, sistemáticamente, insiste en despertarse a las 6:00 de la mañana, incluso sábados, domingos, feriados y fiestas de guardar.

18 septiembre, 2006

Sombra de sombra de sombra o la recursividad infinita

Leyendo un post de Tino que
elabora uno de Miguel.

A ver, examinemos la hipótesis: el orden crea el sentido, una idea un poco dadaísta, y no al revés. Arrejúntese un montón cualquiera y, sea por el gen que mienta Tino o por lo que fuera, el sentido surge, cadáver exquisito.

Participo del pensamiento de que el sentido no es algo que "está" en los signos, imponiéndoles su orden y esperando ser revelado, sino que es algo que "se construye" en la circulación de más y más signos.

Sintagma (la sucesión, inevitablemente, en el espacio y el tiempo) y paradigma (la colección asociativa) son ese mínimo de dos órdenes posibles. Qué sintagma y qué paradigma ya es otra cuestión: el punto está en suponer que hay "un" orden ("un" sintagma, "un" paradigma), el bueno, el que expresa la privilegiada e iluminada Intención del Autor, la Naturaleza del Ser, la Palabra de Dios.

Dicen que un sultán se disponía a quemar la biblioteca de Alejandría. Arderían los manuscritos de Aristóteles. "Si esos textos hablan de Alá, repiten el Corán. Si no hablan de Alá, no merecen existir". Y la quemó. Qué tanto.

¿Y si todo es vértigo? Ordenar como propone Miguel, arrancando como gallito ciego, ordenar aceptando las limitaciones que impone la física como dice Tino, ordenar como Mussorgsky, descartando lo que no le servía para hacer su música, ¿cuál es la diferencia? No la hay, salvo que aceptemos la hipótesis de que uno de esos ordenamientos es el bueno, el justo. Y esa hipótesis, más tarde o más temprano, lleva al integrismo y al auto de fe. El ejemplo de Mussorgsky que trae Tino es interesante porque es lo contrario: aceptar que leer es crear.

15 septiembre, 2006

Los blogs tomaron la posta de la telenovela

(A propósito del comentario de Eduardo aquí mismo y
de estos comentarios en Hargentina, por mencionar dos disparadores)


Y no lo digo solamente por fenómenos como el que causó el culebrón de "Más respeto que soy tu madre". No, no me refiero a convenciones del género, a modos de lectura o apropiación, no.

Me refiero a algo que leí alguna vez no recuerdo dónde acerca de que la telenovela, ese fenómeno tan bellamente latinoamericano, había hecho un gran servicio a favor de la difusión de las hablas variopintas de nuestro hispánico mundo, saltando barreras, desprovincianizándonos, acostumbrándonos a vivir la diversidad.

Hoy, las novelas claudicaron en ese empeño: recuerdo la chilena "Machos", patéticamente doblada a un español "neutro", ese que se imaginan los cipayos que viven en Miami que deberíamos hablar en todo el continente para su solaz y mayor lucro.

Ante esa claudicación, aquí, en los blogs, hacemos circular amablemente esos vocabularios variados, ampliando nuestro repertorio de sinónimos y, todavía más, desprovincianizándonos.

Digo yo, que no soy quien.

"Desecho en madejas..."

Sigo explorando esta cuestión de la fragmentación y me acuerdo de esta alegre y pum para arriba canción de Míster América, la banda liderada por Gustavo Astarita, uno de los más sensibles poetas rocker de La Plata, IMHO (ahí está también Francisco Bochatón, más conocido quizás allende los límites de La Plata, pero Astarita... ¡Astarita!).

Que un esclavo pueda estar "deshecho en madejas" es una imagen afín a la de la catedral de hormigas: el esclavo es el efecto de superficie de todas esas madejas, en las cuales, sin embargo, puede deshacerse.

¿Y esclavo de qué? "De mi ego aburrido". A la larga, la sospecha que nos asalta es la de que el propio ego es el efecto de superficie de enrevesadas madejas: ilusión de unidad.

A la salud de las minúsculas e innumerables partes de que estamos hechos, Esclavo, de Gustavo Astarita:

17-Esclavo
17-Esclavo.mp3
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14 septiembre, 2006

Mirada (speed)

Pasa, a veces. Ponele que vos estás sentado en un bar que no frecuentás, digamos que tomando un café y leyendo el diario, completamente abstraído, haciendo tiempo. De pronto, ponele, se hace la hora. Levantás la vista y le hacés a la moza, porque en este bar atiende una moza, que está acodada en la barra, ese gesto de alzar el brazo y cerrar la mano como sosteniendo un lápiz, una birome, una pluma de ganso, para luego sacudirla en el aire, como trazando un garabato, una rúbrica, un firulete. La moza te trae la cuenta sin mirarte, sin mirarte te cobra, te agradece las monedas del vuelto que le indicaste que se guarde y se vuelve a la barra. Vos encarás para la salida y ahí, al pasar, ella, que no es la moza, que está sentada tomando un café o una sprite con su novio, marido, amante, amigo, pretendiente, secreto enamorado o simple circunstante, te clava la mirada, y vos te das cuenta que te mira, y ella se da cuenta que te das cuenta y te sostiene la mirada todo el tiempo que la trayectoria que llevás lo permite, hasta que alcanzás la puerta y salís a la calle, punto en que este retazo de historia se termina a los fines que nos interesan, así, diluida, como esas miradas azarosas que a veces una mujer le dedica a un hombre, vaya usted a saber cuál, un poco impúdicas, pero, desde tu punto de vista, inconsecuentes.

13 septiembre, 2006

Ilusión de unidad

I


Dice la crónica que el sujeto comenzó un día, con firme convicción, el proceso de desmontarse pacientemente. Le costó sudor y lágrimas, pero finalmente tuvo sobre la mesa un desparramo de piezas sueltas, inconexas, y no supo qué hacer con ellas. Las miraba, les estudiaba los bordes y ponderaba los encastres, pero las muy putas se negaban a amalgamar para constituir un todo del cual dar razón. Desmontarse uno mismo es una empresa de riesgo, porque no hay manual de instrucciones para recomponerse, no hay PDFs al respecto ni en la web ni en las redes peer to peer. El sujeto quedó solo frente a la mesa, cual turco en neblina, cual perro en bote o cancha de bochas, notando que ciertas piezas parecían sobrar, que otras se habían perdido, que otras nunca estuvieron y hubieran sido bien necesarias. Eso: que a veces uno siente que se desmorona como una catedral de hormigas y que los bichitos (colorados, negros, culones o no, qué mas dá) se deseperan por lograr de vuelta una ilusión de unidad, una forma reconocible, un atado de algo.

II


Parece ser que en alguna selva de un lugar inundable, pongamos que sea el Amazonas, hay unas hormigas que establecen sus hormigueros en los huecos de los árboles. Lo peculiar de estas hormigas es que, cuando en una crecida del río el agua alcanza el hormiguero, los bichos, de un color anaranjado muy brillante, se prenden unos a otros formando una especie de balsa y se dejan arrastrar por la corriente, llevándose reina, huevos y crisálidas. Las obreras que quedan debajo del montón, metidas en el agua, se esfuerzan por escapar hacia la parte de arriba, otorgando al conjunto un aspecto inquieto e inestable. Y ahí va la balsa de hormigas, a la deriva en medio de la inundación, cambiando agitadamente de forma como una ameba nerviosa, hasta que toca algún tronco que sobresale del agua. Las hormigas se prenden al tronco y la balsa se descompone súbitamente en minúsculas y numerosas partículas, ya no balsa sino un montón de hormigas que buscan el hueco donde fundarán su nueva colonia.

08 septiembre, 2006

Nos mudamos, mudamos

testglosa.bitacoras.com
se convierte en
catedraldehormigas.blogspot.com
(y www.glosa.com.ar pasa a apuntar al nuevo blog)

Bitacoras.com me pudrió. Una pena, porque es un servicio con muchísimas virtudes, pero está inestable y parece ser una cáscara abandonada a los vaivenes de la marea. Se cuelga, se cae, el blog queda inaccesible, no se puede comentar. Listo, yastá. A otra cosa.

Blogger beta ofrece ahora varias de las cosas que me hacían preferir Bitácoras. No sé qué tanto más estable será, he visto a muchos usuarios Blogger quejarse de las caídas del servicio, pero le daremos la chance.

La mudanza me da la oportunidad de repensar el asunto y concluir que Glosa ha cumplido su ciclo. Un nombre prestado y una referencia que ya no me sirven.

Busco en mi propio vocabulario y encuentro mi Catedral de Hormigas, una construcción hecha de innumerables aunque no infinitas, en todo caso inquietas, partículas que, vista lo suficientemente de lejos, puede crear una ilusión de unidad. Un atado de algo.

Lo escrito en Glosa queda ahí, para sorna y melancolía. Lo cual no será óbice, como gusta decirse, para que vuelva a publicar aquí viejos textos que, de alguna manera, halagan todavía mi vanidad.

No seguimos viendo...

Pablo