27 diciembre, 2010

Father, change my name

El pedido de Cohen, "father, change my name", trae a mi mente aquél que el monstruo le hacía a Victor Frankenstein. Aunque quizás el monstruo estaba en un nivel más elemental: quería simplemente que su creador se dignara a ponerle un nombre. Para poder de una vez empezar o para empezar de vuelta, poco importa. Encerrados en este cuerpo, no sabemos lo que hacemos.

Traído a cuento de que, allí, en un ejercicio de extracción y traslación, Freidemberg convierte en poema lo que es presencia y canción. Agregamos agua y, cual leche reconstituida, aquí lo ponemos a Cohen en un video técnicamente reprochable pero que bien ilustra eso que estuvo ahí:




(
Marginalia: No hay en el tubo muchos "videos" de Leonard Cohen. Quiero decir: videoclips con guión e intención creo que ninguno y grabaciones oficiales de conciertos hay alguna que otra -arcaica- presentación televisiva. Es como si el viejo Leonard apostara el todo por el todo al lance del vivo. Esquivo, cual redondo de ricota. Será tal vez por eso que, en compensación, abundan videos cámara en mano, de baja calidad, de personas que asistieron a algún concierto, en especial de estos últimos años. Leonard está viejo. Y sus fans parecen querer preservar su presencia, antes de que la memoria lo transforme en mera leyenda y su voz, amputada en los discos, devenga fantasma.

Digging the tube, testimonios que dirán que un tal Leonard Cohen existió...

http://www.youtube.com/watch?v=vTlWWfhm5jk&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=NfqNb28z-Hk&feature=related

La canción en una versión temprana, en una calidad aceptable, de cuando Cohen todavía no era tan Cohen sino mas bien Dylan.

Y una versión adorable, de entre las muchas que guarda el tubo:

http://www.youtube.com/watch?v=R3JRs8ivqhE&feature=related
)

18 diciembre, 2010

Construcción

Dos historias:

a) El fondo de este post, su contenido, o tal vez su motivación, que es compartir una canción que no me canso de escuchar y que, a su vez, me lleva a decir algo. En suma: uno de esos textos que valen no sólo por lo que dicen, sino porque empujan a decir. Esta canción me conmueve. Es dramática, tensa, violenta. La melodía obsesiva (como si fosse maquina), esos bronces brutales, la base vamp, el coro (¡un coro!). La reiteración contra la que el cambio construye sentido, las mismas palabras encontrando relaciones nuevas. Los hijos besados como si fueran únicos, pródigos, el arroz comido como alimento de príncipe, la mujer besada como si fuese lógico. Morir, en todos los casos, a contramano.

b) La historia de la construcción de este post. La investigación sobre géneros y recursos musicales, la búsqueda de un video con la versión original de 1971, no encontrar en el tubo la imagen del joven Buarque ejecutando esta pieza y en su lugar hallar una versión reciente, igual de dramática, de triste, de insana. Y hallar también una versión irreverente pero eficaz.

Al final, buscar en goear el audio aquel de 1971 (un sonido completamente actual, vigente, algo que no suena para nada datado).

Entonces, les dejo Construçao, de Chico Buarque.


16 diciembre, 2010

Não achei

Metáfora: hojeaba una edición en portugués de Los Detectives Salvajes (Os Detetives Selvagens, reza la tapa). Buscaba (yo también) los poemas de Cesárea Tinajero.

No los encontré y devolví el libro a su estante...

08 diciembre, 2010

No dejéis a los niños jugar en la selva

"Hicimos un descubrimiento increíble
Una selva en el cuarto de nuestro hijo.
Con el verde, aparecieron las criaturas más exóticas.
Escuchamos chillidos, aullidos, rugidos..."*


Nos asustamos.

Una enmarañada foresta nos cerraba el paso. Debimos cortar lianas y raíces. Nos hundimos hasta los tobillos en el sustrato vegetal en descomposición. Serpientes e insectos corrían a nuestro paso. No todos escapando. Cientos de hormigas mordieron los pies de mi mujer. No pude evitar el shock anafiláctico. Tuve que dejarla y seguir. Enjambres de mosquitos llenaban los intersticios, mordían mis manos, atacaban mis ojos. Ojos. Pequeños y sagaces me escrutaban desde la fronda. Respiraciones, cuerpos que se deslizaban a mis flancos, volúmenes que no alcanzaban para quebrar las ramas. Finalmente hallé a mi hijo. No era sino un pegote de carne roída por las musarañas (reconocí su calzado).

En el perenne rocío de la selva, mis lágrimas son insignificantes. Tengo la boca seca, ya arde mi cuerpo por la fiebre. Debe ser malaria.



* Nueva campaña de Pinturas Alba ( o de por qué no trabajo de creativo publicitario).

05 diciembre, 2010

Música de N dimensiones

Introducción a la apreciación musical II

Hay música de N dimensiones. Digamos, repitamos, aquello de que la música es el arte de combinar los sonidos. Precisemos un poco este por demás insatisfactorio resumen. La música es un arte complejo donde el artista tiene a su disposición un número altísimo de variables sobre las que puede incidir.

Para empezar, en el contraste entre el sonido y el silencio, en lo que media entre un sonido apenas perceptible y otro atronador, hay todo un arco de posibilidades que determinan algo que se conoce como "dinámica".

Tomada la opción por el sonido, un curioso fenómeno acústico le permitirá diferenciar algo que se conoce como altura, es decir, establecer si un sonido, además de fuerte o suave, es mas bien agudo o mas bien grave. También verá que hay sonidos donde esta diferenciación es irrelevante; para decirlo mal y pronto, no tienen altura.

Como sea, los sonidos en los que se aprecia una altura y los sonidos en los que no se aprecia pueden organizarse secuencialmente en el tiempo, constituyendo melodías y ritmos.

Pero a la vez, esos sonidos pueden organizarse según ocurren simultáneamente. Cuando esa combinación afecta a los sonidos con altura, hablamos de armonía. Cuando usted combina armonía y melodía, puede encontrarse haciendo voces. A ver si se lo explico: usted puede hacer que un instrumento realice sonidos de diferentes alturas organizados secuencialmente en el tiempo. Eso es una melodía. Al mismo tiempo, otro instrumento puede hacer esas mismas "figuras", pero tocando otras notas (es decir, produciendo al mismo tiempo sonidos de diferentes alturas).

Hay instrumentos que, por su diseño, son capaces de producir más de una nota simultáneamente. El piano es el ejemplo evidente. Entre los instrumentos polifónicos (capaces de producir varias voces), están el bajo y el acordeón.

Por diseño, existen otros instrumentos que, en principio, son monofónicos: sólo pueden producir un único sonido por vez.

Pero esto no frustra a un músico. Se pueden combinar varios instrumentos monofónicos para crear un ensamble. Varios saxos, por ejemplo. O un par de saxos, una flauta y un clarinete.

Entonces acá podemos tomar nota de otra variable: el timbre. Es curioso, pero el timbre también es un fenómeno que surge de la relación entre el sonido y el silencio. El timbre es la cualidad del sonido que le permite a usted, por muy obstruidos que tenga sus canales auditivos, diferenciar un saxo de una flauta.

Pero cuando usted decide hacer sonar juntos un saxo y una flauta, no sólo expande una melodía en varias voces, no sólo crea acordes, sino que también combina timbres.

Por las mismas propiedades físicas del sonido por las que un instrumento tiene un timbre característico (y es maravilloso: la música es esa cosa intangible que surge de un muy estudiado conjunto de fenómenos físicos; y hay los que creen que el alma no existe), decíamos, cuando usted combina varios timbres se produce un fenómeno vistoso por el cual usted escucha un nuevo timbre, distinto de aquellos que lo componen.

Lo admirable es que este principio de que el todo resulta distinto de las partes también se aplica a los ritmos. Fíjese que usted puede poner a un instrumento, una batería, por ejemplo, o las palmas, o unas tumbadoras, a hacer cada uno un patrón rítmico distínto. Intuitivamente, el que más y el que menos sabe que hablamos de "ritmo" cuando algo se repite.

Algo que se repite tiene una determinada duración: un metro. Cada N cantidades de una determinada unidad, el patrón comienza de nuevo. Como la semana, por ejemplo. O las estaciones. Usted puede hacer que varios instrumentos repitan figuras diferentes pero de un mismo metro. Es decir, que vuelven a empezar juntos. O puede combinar patrones de diferente longitud. Acá nos alejamos de lo intuitivo. Le propongo un ejercicio. Tiene que encontrar para ello un amigo igual de desocupado que usted y dispuesto a un experimento musical. Usted cuente hasta tres. Uno, dos, tres, uno dos tres, uno dos tres. Eso es un patrón. Y comienza de nuevo cada vez que usted llega a tres. Digamos que dura 3. Tres qué no importa ahora. A los fines del ejercicio, haga palmas cada vez que dice "uno" y cada vez que dice "tres". Ahora viene la colaboración de su amigo. Él deberá contar hasta cuatro y batir palmas cuando dice "dos" y cuando dice "cuatro".

Para que el ejercicio funcione, deben contar a la misma velocidad. Y fíjese que usted y su amigo pueden decidir contar sus palmas más lento o más rápido, pueden apurarse o aletargarse. Puden seguir la velocidad de su corazón o el de la respiración. Tienen que acordar un tempo.

Si logran mantener la coordinación el tiempo suficiente, descubrirán que, entre los dos, están haciendo un patrón que es diferente a sus partes y que se repite cada 12 no importa qué. Como decíamos de los timbres, la combinación da lugar a otra cosa. En este caso, se llama polirritmia. Una demostración apabullante de eso puede encontrarla en esta pieza de King Crimson.

¿Y sabe usted una cosa? Esa misma simple y maravillosa idea de combinar elementos distintos para obtener algo diferente también funciona con los sonidos armónicos, aquellos que tienen altura, como los del piano o de la flauta. Cuando esos instrumentos producen sonidos simultáneos, crean acordes. Quédese usted tranquilo, no me voy a extender con ejercicios para que pruebe la idea, pero un músico puede hacer que una flauta, un saxo y un clarinete hagan una melodía distribuida en varias voces, lo que da lugar a variados acordes que se suceden en el tiempo, mientras un piano, él solito que no es poco, hace otros acordes.

Ya lo puede adivinar: el resultado es un acorde distinto a los acordes que lo integran. Y creo que no lo sorprendo si le digo que, por si fuera poco, esos acordes, en la medida que se suceden en el tiempo, establecen entre sí relaciones que se llaman progresiones y cadencias.

¿Se va haciendo una idea de por qué digo que hay música de N dimensiones? La cuestión es que usted puede hacer todo esto al mismo tiempo. ¿Se imagina? Usted puede hacer que un grupo de cantantes hagan una melodía que se combina con otra que hace otro grupo. Cuando las notas de cada una de esas melodías suenan simultáneamente, crean acordes que se mezclan con los que crean las melodías que toca un ensamble de vientos. Al mismo tiempo que eso hace aparecer y desaparecer variados y novedosos timbres, se enlaza rítmicamente con las figuras que toca el bajo que, apoyado en la batería, se conecta con otros instrumentos de percusión, creando un patrón rítmico distinto a la simple suma de sus partes.

Y piense una cosa más: ¿se acuerda de usted y su amigo intentando mantenerse coordinados? Vea qué maravilloso: para que la cosa funcione, los músicos se tienen que poner de acuerdo, tocar coordinadamente: se llama concertar, y no sabe el laburo que es eso. Laburo humano, digo, de relaciones sociales. Pero bueno, a la hora de concertar, usted puede poner el énfasis en el trabajo del equipo o dar espacio para que alguna individualidad se destaque. Cuando una individualidad se destaca, tenemos lo que se llama un solista. Hay músicas que otorgan este privilegio a unos pocos y escogidos instrumentos. En otras, del jazz para acá, podríamos decir que todos los instrumentos han sido dignificados y han cobrado cualidad solista.

De esto se sigue que usted puede operar sobre todas las variables que venimos describiendo y, además, alternar trabajo de equipo con despliegues solistas de muchos y variados instrumentos. Entonces, a todo lo que hemos mencionado, se pueden sumar artilugios y maniobras propias de cada instrumento para enriquecer los timbres, jugar con la dinámica, manipular la expresión.

No lo crea: a pesar de lo fatigoso de mi explicación, la música de N dimensiones produce placer. Y alegría, a juzgar por las expresiones de las personas que la ejecutan. Es que, a todo esto que venimos intentando desesperadamente poner en palabras, resulta habitualmente conveniente agregarle una buena actitud. En este blog no nos cansaremos jamás de repetirlo: el humor pertenece a la música.

No se crea que todo esto es muy frecuente. Si bien, en sentido estricto toda música tiene N dimensiones, no todas las músicas otorgan la misma importancia a todas estas variables.

Fíjese el punk: es casi exclusivamente actitud. En compensación, piense, si es que le aburre escuchar, en esa cosa a la que frecuentemente se le llama "música clásica" y a la que, sin ánimo de ofender, ni le fú ni le fá la actitud. O vea la balada, que no se hace mayor mala sangre por ninguna otra cosa que no sea la melodía. Y al contrario, vuelva, si ya fue, al ejemplo de King Crimson que le pasé más arriba y note que no hay ahí nada que podríamos llamar de buena fe una "melodía".

Pero a veces pasa que uno encuentra un grupo de gente que le mete palo a todas las dimensiones que componen una música, que se las toman a todas como objeto para una intervención, una decisión creativa. Y cuando digo todas, digo todas. Entonces la música es como la arquitectura más audaz, esa que hace catedrales insólitas: curvas, catenarias, planos, puntos de apoyo, cúpulas, fuerzas, tensiones, resistencias, arcos, pendientes, rampas... para que, como en la Sagrada Familia de Gaudí, todo caiga hacia arriba.

Entonces usted asiste a un pase de magia, admira mesméricamente los millares de reflejos de una joya infinitamente facetada.

Usted tiene ante sí a la Banda Hermética.

04 diciembre, 2010

La juventud bruta

¿Te acordás cuando amabas
con total locura?
Era la juventud bruta.
Una impertinencia salvaje,
ególatra,
pueril,
un deseo de heridas y suturas brillantes,
un arte de cicatrices.

Era la juventud bruta...

01 diciembre, 2010

One day you find you got ten years behind you

¿Se acuerdan de Buck Rogers? Si, ese, el astronauta que no me acuerdo por qué causa había quedado a la deriva en el espacio, congelado, en ese estado que la SF llama "animación suspendida", algo así como la hibernación de los osos, pero a escala histórica. Como sea, Buck Rogers pasa, si mal no recuerdo, 250 años ahí, flotando, hasta que es hallado por cosmonavegantes de la civilización del futuro, que lo rescatan y vuelven a la vida.

El chiste es ese: 250 años después, el astronauta se "despierta" como si ese tiempo no hubiese transcurrido, es decir, ante la realidad de que ese tiempo no transcurrió para él.

Bueno, a lo que voy: me siento como Buck Rogers. En mi caso, han sido apenas diez años, la mitad de nada. Y ahora me despierto y me encuentro retomando más de un sendero en el punto donde lo dejé hace diez años, buscando gente que no veo desde hace diez años,"desempolvando" la agenda, como si lo que pasó estos diez años no le hubiera pasado a este que soy yo ahora.

No sé cómo lo recuerdan ustedes, pero para mí Buck Rogers era un personaje fundamentalmente cómico.

Yo me siento víctima de un robo.