13 febrero, 2011

Touché

...ahora entiendo por qué no querés trazar el paralelismo. Claro, no había leído la entrevista (y mucho menos el cuento) y no tenía idea de que Cohen venía de plantarse en disidencia con Cortázar, en un punto tan sustancial.

Y yo llevo ahí ese fragmento de Cortázar de puro simple, fijate.

Me gusta lo que dice Cohen (es curioso a veces como uno suspende el principio de no contradicción: también me sigue gustando lo que decía Cortázar). Y también sigo sintiendo que el fragmento de Cortázar que decora la contratapa del libro de Castillo no está en contradicción con lo que plantea Cohen respecto de la "sensación verdadera". La contradicción es, en todo caso, con aquél otro célebre pasaje.

Y aún así creo que Cohen no contradice, sino que expande, refina, matiza, aunque adopte el recurso retórico de plantarse en disidencia (si no estoy reduciendo la cosa, Cohen opone lo "técnico" a lo "sensual"; ¿acaso Corázar pensaría que lo que llevaba a un boxeador hacia el knock out era la mera y sola excelencia técnica? ¿no era acaso un admirador de lo que había de "danza" en ese lance?).

O será que se me antoja saltar de Cortázar a Cohen en continuidad y no en intervalo.

Como sea: dos puntos para Cohen, mi estimada.

6 comentarios:

Vero dijo...

Me parece a mí que Cohen no contradice a Cortázar sino a una banalización de sus dichos, una generalización, que como tal contiene un buen porcentaje de error. Vayamos a las fuentes, como hizo cierto cronopio que gustaba de los sandwiches de queso -y sólo tenía de jamón. En "Algunos aspectos del cuento" dice Cortázar: "Un escritor argentino, muy amigo del boxeo, me decía que en ese combate que se entabla entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knock-out. Es cierto, en la medida en que la novela acumula progresivamente sus efectos en el lector, mientras que un buen cuento es incisivo, mordiente, sin cuartel desde las primeras frases. No se entienda esto demasiado literalmente, porque el buen cuentista es un boxeador muy astuto, y muchos de sus golpes iniciales pueden parecer poco eficaces cuando, en realidad, están minando ya las resistencias más sólidas del adversario". La memoria desgasta los matices ("Es cierto, en la medida en que...", "No se entienda esto demasiado literalmente"). Lo que veo es que lo que se recuerda de lo que dijo Cortázar ("aquel célebre pasaje" al que te referís) difiere de lo que realmente dijo. En otro escrito, "Del cuento breve y sus alrededores" -ahí es donde habla del cuento como un ciclo cerrado, figura que usa para hablar de Castillo- dice Cortázar: "De una manera que ninguna técnica podría enseñar o proveer, el gran cuento breve condensa la obsesión de la alimaña, es una presencia alucinante que se instala desde las primeras frases para fascinar al lector, hacerle perder contacto con la desvaída realidad que lo rodea, arrasarlo a una sumersión más intensa y avasalladora. De un cuento así se sale como de un acto de amor, agotado y fuera del mundo circundante, al que se vuelve poco a poco con una mirada de sorpresa, de lento reconocimiento, muchas veces de alivio y tantas otras de resignación. El hombre que escribió ese cuento pasó por una experiencia todavía más extenuante, porque de su capacidad de transvasar la obsesión dependía el regreso a condiciones más tolerables" y también: "La verdad es que en mis cuentos no hay el menor mérito literario, el menor esfuerzo. Si algunos se salvan del olvido es porque he sido capaz de recibir y transmitir sin demasiadas pérdidas esas latencias de una psiquis profunda, y el resto es una cierta veteranía para no falsear el misterio, conservarlo lo más cerca posible de su fuente, con su temblor original, su balbuceo arquetípico.
Lo que precede habrá puesto en la pista al lector: no hay diferencia genética entre este tipo de cuentos y la poesía como la entendemos a partir de Baudelaire". Poné eso al lado de lo que dice Cohen -"Desde mi punto de vista, un buen cuento es el que ofrece una sensación verdadera –o la actualiza–, y ofrecer una sensación requiere haber sentido, o tener la nostalgia de haber sentido o haber pensado un sentimiento. Estas cualidades no son exactamente técnicas; son del orden de lo sensual, quizá de lo sexual, y por qué no del idealismo poético, que es una forma del pensamiento"- y decime si no les ves el parecido.

Vero dijo...

Uf... ¡qué largo quedó! Perdón por lo engorroso.

Pablo dijo...

Lo parió!!!! Qué laburo te tomaste (por mucho que reconozca tu sapiencia, no creo que cites a Cortázar así de memoria).

Por ahí iba entonces la resonancia entre el "trampolín psíquico" y la "sensación verdadera". El otro pasaje que traés "a cuento" no lo recordaba y es verdad, ahí está lo sexual/sensual que reivindica Cohen y el paralelo es casi casi calco, mas bien (aunque no veo en Cohen la "esfericidad" de que habla Cortázar, mas bien un cuento que sería como una constelación que se expande).

Resumo entonces en que Cohen planta bandera de alerta ante, como decís, la banalización, y, si no entendí mal sus dichos, se atrinchera ante dos adversarios: la preceptiva y el privilegio de la técnica.

Quijotes así me caen simpáticos.

Pero además ví algo en Cohen que no está en Cortázar y que me resultó enormemente afín: la idea de que si, hay una agonística en la relación entre lector y escritor, es más bien la de una anfitrionía.

Eso me encanta.

Gracias, Vero!

Vero dijo...

Qué sapiencia ni sapiencia... ¡para qué está el gúguel! Busqué lo de Cortázar y lo leí en un periquete, son textos cortos. Acá van los links:
http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/opin/cortaz1.htm
http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/opin/cortaz6.htm
A mí también me encantó lo del cuentista como anfitrión, es más, cuando pensé en postear, primero se me ocurrió poner eso, después me decidí por lo que puse.
Nada de gracias, che, todo esto me resulta muy estimulante.

Vero dijo...

Uy, no, está mal el primer link, el texto era este otro:
http://www.literatura.us/cortazar/aspectos.html
De atropellada me pasa.

Pablo dijo...

Jejeje. Anduve por los mismos rincones, de la mano del mismo Gúguel (Jacobo Gúguel, un librero copado, sabe bocha y tiene de todo, y lo que no tiene te lo consigue).

Creo que la cuestión de la anfitrionía es muy estimulante también para nosotros los que insistimos con los blogs en estos tiempos de facebo y tuíter.

Un abrazo.