10 noviembre, 2006

...el tiempo pasa como oruga sobre hoja

... eso, hoja, y se la va comiendo. El tiempo de la hoja es medido por la parsimonia de la oruga, que dibuja el pespunte de su apetito hasta que pasa a ser otra cosa, radical y mágica transformación por la cual algo que ya estaba, embrión en lo que estaba, enredepente: ¡puf! eclosiona, ve la luz, se da al mundo como una palmada, un aplauso, un rotundo remolino de rémoras y renacuajos y ya está, es mariposa. Si la hoja tiene suerte, el huésped cumplirá su tiempo antes de que el anfitrión haya dejado de ser, devorado. Aunque la hoja llevará hasta que caiga, agotado su propio tiempo embrión en lo que estaba, las marcas del tiempo de la oruga, conocerá, si tiene suerte, el comienzo del invierno, hasta donde ni en sueños piensa llegar la mariposa...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada vez que entro en esta catedral, mi cabeza empieza asociar libremente. Y pienso en el efecto fugaz del tiempo y en tirar viejas hojas, esas que hablarán del pasado.

Luciana Rezzónico dijo...

Lindo

Anónimo dijo...

Gracias chicas. Besos.