23 marzo, 2012

Notas sin vocación de desarrollo


Como consecuencia de la acción proselitista del mismo amigo que me dijo a mi que escuchaba música de viejo, mi hijo ha descubierto Kiss. "Ja, Kiss era viejo cuando yo tenía tu edad!", le dije. Qué viejo estoy.

Cosa que no puedo tomarme en serio, Kiss. Como no puede ser de otro modo, la canción favorita es "I was made to love you". Esa canción en particular adolece (y resulta tan apropiado el verbo en este caso) de toda una serie de defectos que básicamente podrían resumirse en una inconsistencia profunda que sólo nos autoriza a entender la canción como el momento cúlmine en que el sentido del humor de los setenta logra la síntesis estéril de sus dos grandes tendencias, inventando el disco metal, subgénero que, afortunadamente, no dejó herederos.

"Fui hecho para amarte" tiene esa guitarra a la Ozzy Osbourne al principio, que nos promete satánicos personajes maquillados con sus guitarras colgando a la altura de las rodillas para que, a los pocos compases un Gene Simmons haga ingresar en la pantalla de nuestra mente, de la mano de su bajo inequívocamente disco, un John Travolta de fiebre de sábado a la noche. Todo en la canción está fuera de registro, de lugar, de escala: la letra de amor empalagoso, la melodía que no envidiaría César Banana Pueyrredón, los coritos sin letra. No way. Esto no es rock, esto no es música, esto no es serio.

(Entre paréntesis, la canción me retrotrae a mis propios doce años, cuando la música dividía a los hermanos mayores de mis amigos entre los que escuchaban Kiss y los que escuchaban Queen, oposición que hoy no podemos advertir sino falaz, sino un único y ubicuo kitsch de los tardíos setenta y los primeros ochenta.)

Entonces pienso en el lugar en que me descubro, pienso en los doce años de mi pibe y en algo que, de alguna manera, me alegra: el rock sigue siendo eso que, por su música, su actitud y su puesta en escena, irrita a tu padre.



(Más la escucho, más la pienso, más genial me parece, más me gusta).

4 comentarios:

Ro dijo...

El proceso es el lógico: falta poquito para que a ru casa ingresen los ramones y de ahí en más el resto, todo el resto. Lo que me impresiona bastante en los pibes (y la veo a Michelle revolviendo la capeta de Demi) es que las elecciones están en los clasicos. Como si no hubiese nada nuevo que valga la pena. Sin embargo, yo he conocido mucha cosa nueva en los últimos años gracias a ellos. Yo a los doce escuchaba los beatles. Y kiss no era ni es serio, claro. Ahí radica el encanto.

Pablo dijo...

Me hiciste reir! Ramones todavía no, pero sí AC/DC (el amigo de mi hijo no es conciente de lo clásico que es su gusto) y no sé si no andan por ahí ya los Pistols. Y no sé eso que decís de lo nuevo. A mi me parecen interesantísimos varios de los raperos españoles que le encantan a mi pibe, Porta, en particular (si lográs pasar de lo más superficial del rap, verás cómo labura ese pibe los períodos del verso, los encabalgamientos, el metro; no es sólo rima consonantes y pum pum pum; y si un chabón le da palabras a mi pibe de doce para pensar cuestiones como el racismo, o si hace que me pregunte "qué es el fascismo, pa?", para mí ahí hay algo que es, de mínima, interesante). Con mi pibe le paré la oreja a Linkin Park, que a mí ya no puede gustarme, pero bue... y así. Claro, para que varias de esas cosas "sean rock" tienen que molestarme un poco, algo, de alguna manera. "Che, pibe, bajá la música que no se puede conversar" ;-)

Anónimo dijo...

No entiendo cómo a mi hijo de 15 años no le gusta Sigue Sigue Sputnik. Ese video cuando el tipo abre la tapa del Discman en un mundo futurista, con la remera de Atari....

Pablo dijo...

Che, Anónimo, decime cuál video, me dio curiosidad. ¿Y qué le gusta a tu pibe de 15?