18 marzo, 2012

Duermevela

Es el cansancio de los músculos que, en la duermevela, se transforma en un sueño. Estoy en la calle, cerca de mi casa, y huyo de algo. Deseo avanzar rápidamente. Comienzo a dar grandes zancadas, pero el movimiento es como una coreografía que remedara la acción de correr: me desplazo lentamente. El esfuerzo por vencer la inercia y acelerar es insoportable. Me pesa el cuerpo, los músculos no responden. Me caigo. Inmediatamente me levanto, y para lograr avanzar intento ayudarme braceando, como si nadara. Siento el aire denso pasar entre mis dedos, con el peso y la densidad del agua. No avanzo. Intento serenarme, porque el sueño es angustiante y la frustración enorme. Lentamente, casi arrastrándome, sintiendo el simple aire pesar sobre mi, sintiendo los músculos agarrotados por la fatiga extrema, llego a mi casa, atravieso mi patio, entro a mi cuarto, me arrojo en la cama. A pesar del agotamiento, no me duermo. De hecho, me despierto. Tengo los músculos acalambrados por un esfuerzo, exhaustos, adoloridos...

2 comentarios:

PC dijo...

Me hace acordar a un sueño mío, parecido a éste.
En tu blog revivo una manera de leer que tiene que ver con la literatura, con una época en que internet era otra cosa. El mundo de los blogs.
Hablo de 2003, y pareciera que fue hace 100 años.

Pablo dijo...

Es que este es un blog antiguo y obcecado. 2003 fue hace mil años...

Abrazo!!!!