27 enero, 2011

The song remains the same

A veces, el ejercicio puede ser el contrario: pasar por alto la diferencia para inventar afinidades y conjurar una suerte de protoplasma que encarna formas diversas.

Vero dió la pista:



Y se dispararon resonancias. “Romperá la tarde mi voz”, que en eso de romper, es como gritarle a los vientos hasta reventar, digo. Y hacerlo “hasta el eco de ayer”, viene a ser hacerlo aunque solo quede tiempo en mi lugar, ¿no? ¿Y la madera frutal donde luego el hacha se puso a golpear?, ¿no es la corteza donde el hacha golpeará?. “Una historia me recordará”, que es como mentar el final del historial. Y ese árbol  que “reverdecerá, nuevo”, ¿no es como el comienzo que tal vez reemprenderá? Y al final, si “en el hijo se puede volver”, ¿no es como el resto que he de fusionar con el despertar?.

Entonces, ¿es que hay una esencia que trasciende a ambas canciones y en ellas se actualiza? ¿Es un principio o una idea arcaica que fluye por debajo de los géneros, las épocas y los estilos? Yo no creo en semejante cosa. Creo mas bien que ahí estábamos Vero y yo, chateando, y uno de nosotros advirtió una resonancia, y entonces pusimos los fragmentos sobre la mesa, y les buscamos los contornos, y los hilvanamos.

Un hecho creativo. Un patchwork.




Las dos letras, y un video (que no suena como nos gustaría, pero nuestra memoria afectiva puede compensarlo: es una que sabemos todos)





Romperá la tarde mi voz
hasta el eco de ayer
voy quedándome sólo al final
muerto de sed, harto de andar
pero sigo creciendo en el sol, vivo


era el tiempo viejo la flor
la madera frutal
luego el hacha se puso a golpear
verse caer, sólo rodar
pero el árbol reverdecerá, nuevo


Al quemarse en el cielo 
         la luz del día, me voy
con el cuero asombrado me iré
ronco al gritar que volveré
repartida en el aire 
         al gritar, siempre


Mi razón no pide piedad
se dispone a partir
no me asusta la muerte ritual
sólo dormir, verme borrar
una historia me recordará, vivo


veo el campo, el fruto, la miel
y estas ganas de amar
no me puede el olvido vencer
hoy como ayer, siempre llegar
en el hijo se puede volver, nuevo


Si no canto lo que siento
me voy a morir por dentro.
He de gritarle a los vientos hasta reventar
aunque solo quede tiempo en mi lugar.


Si quiero me toco el alma
pues mi carne ya no es nada.
He de fusionar mi resto con el despertar
aunque se pudra mi boca por callar.


Ya lo estoy queriendo
ya me estoy volviendo canción
barro tal vez....


Y es que esta es mi corteza
donde el hacha golpeará
donde el río secará para callar.


Ya me apuran los momentos
ya mi sien es un lamento.
Mi cerebro escupe ya el final del historial
del comienzo que tal vez reemprenderá.


Si quiero me toco el alma
pues mi carne ya no es nada.
He de fusionar mi resto con el despertar
aunque se pudra mi boca por callar.


Ya lo estoy queriendo
ya me estoy volviendo canción
barro tal vez...


Y es que esta es mi corteza
donde el hacha golpeará
donde el río secará para callar.

4 comentarios:

Vero dijo...

Ejercicio e invención, eso mismo. Un malabar: tiramos una bola de un color y buscamos la que bajaba con un color igual o parecido. Así da gusto jugar.

Pablo dijo...

Me gusta eso del malabar: trae a cuento el riesgo: que las bolas se caigan al suelo, llenas de sonido y furia ;-)

Anónimo dijo...

Si quiero me toco el alma
pues mi carne ya no es nada.
Por líneas como esta es que no puedo escuchar a Spinetta.
Val.-

Pablo dijo...

Hola Val. "No puedo escuchar a Spinetta", ¿en el sentido de que te resulta perturbador y preferís evitarlo o en el de que te parece feo e infumable? A mí esta canción me calma, uf, no sé exactamente en qué sentido...