22 junio, 2011

Xerox e infinito

“Definiremos esta última como la manifestación irrepetible
de una lejanía
(por cercana que pueda estar).”
Walter Benjamin, ya saben dónde 
y a propósito de qué (y si no, googleen)


Vengo al teclado luego de haber estado escuchando el hermoso y delicado concierto de Köln de Keith Jarret. Como tal vez sepan, esta es una célebre grabación de un concierto de 1975. Es el registro de una improvisación de un poco más de una hora. Las piezas no tienen siquiera nombres y los “tracks” están identificados como “Part 1, Part 2”, y así, cuatro partes, sólo para caber en el imperativo tecnológico de los “20 minutos por lado, máximo” que regía en la era del LP de vinilo (cuatro partes, cuatro lados: este concierto se editó originalmente en un disco doble).

Tal vez sepan también que esta, la de ser completamente improvisados, es una característica de los conciertos de Jarret solo. Es decir: cada concierto es completamente único. La música que usted escucha en este disco no había sido tocada nunca antes. Y no volvió a ser tocada nunca más.

(Más allá de que le encuentre una utilidad didáctica, carece de sentido que un músico se esfuerce por aprender a tocar alguna de sus partes.)

Vean qué diferencia con Comfortably numb, puestos en envión. Esa canción de Pink Floyd participa de alguna manera de la naturaleza de los fractales: sean de la envergadura que sean las variaciones, permanece siempre idéntica a si misma. En un comentario a esta (a mi juicio, insignificante) versión de la canción, un usuario que firma PkCynthialover expresa la idea: “yo creía que Comfortably numb era inversionable”.

Es que, de alguna manera, lo es. La ejecución de esa canción, se me antoja hoy, invierte la teoría benjaminiana del aura y de la reproductibilidad técnica: cada performance es la actualización de un registro inamovible, es, por sobre cualquier otra cosa, un acto de repetición.

En cambio, cada vez que alguien se aproxima a la grabación del Concierto de Köln (incluso hasta la obscena cercanía que ofrecen los auriculares de un reproductor de MP3), no puede evitar la conciencia sobrecogedora de que eso que oye existió sólo una vez y que la grabación es la manifestación distante de algo irrepetible.

3 comentarios:

Pablo Contursi dijo...

Discazo el de Jarret.
Pero la fractalidad en la música es otra cosa (o al menos eso piensan quienes hacen música fractal).
La primera versión que yo escuché de "Confortably Numb" fue la del disco ("A Momentary..."), y la original (en "The Wall") siempre me pareció una buena versión de la otra.
Al vesre, o sea.
A sujetos como Benjamin habría que advertirles que es riesgoso filosofar sobre técnología...

Pablo dijo...

Ay, mi estimado Contursi. Está claro que tiene usted razón, pero tampoco venga a cometerme una falacia de error de nivel, puesto que el uso de la idea de fractalidad aquí está puesta en un sentido otro.

Pero ya le dije: le asiste la razón.

Pablo dijo...

Ah, y me dejó picando la cuestión de esas "versiones" que uno escucha antes que los "originales" y que a uno le funcionan así, al vesre (me ha pasado muchas veces).

Filosofaremos tal vez sobre eso...