Este solo tiene algo conmovedor: es increíblemente simple. Sobre todo, la nota mágica con la que empieza es la gloria de lo elemental: es una de las notas más obvias (la tercera) de las que se puede escoger de una sencilla escala mayor, tocada en el primer tiempo fuerte del compás. Musicalmente, es como colocar un yunque sobre un pedestal sobre un sólido cimiento. Es algo así como la resistencia y la estabilidad de una ojiva. Usted puede estudiar música por milenios y nunca podrá llegar a una solución tan económica sin sentirse avergonzado. Pero aquí estamos nosotros, conteniendo el aliento y pensando “ahí viene, ahí viene”, esperando que se compruebe el milagro.
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