05 junio, 2008

Tánatos

El empuje dura lo que dura la mañana. Yo no sé si es la modorra que da el almuerzo cuando en el estómago comienza el alambique, yo no sé si es cuetión de biorritmo o de qué cosas, pero pasado el mediodía la energía se va adelgazando, la capacidad de atención diluyendo y, así, va llegando la hora de no querer nada, de no aguantar nada, la hora gris en que la luz es indiferenciada y las cosas no tienen volumen, ese instante antes de que sea de noche. Después, es de noche. Y entonces ahí si: te querés morir.

7 comentarios:

Fodor Lobson dijo...

Vamos, que es usted la alegría de la huerta, ¿no?

Anónimo dijo...

Lo importante es la salud, Fodor, el humor va y viene...

Vero dijo...

Che, yo había comentado acá... Es que salió error de doppelganger. Decía: que me encantó ese uso de "alambique". Que conozco esa hora gris que se mimetiza con la luz. Y que como cierre me gusta "Después, es de noche". Ya hay algo definitivo ahí, en la noche que cae, ¿no?

inx dijo...

A esa hora, deberías iniciar el camino de Swann. Tenés para varios días. Dentro de unos años, la modorra post almuerzo puede surtir el efecto de la magdalena de Marcel.

Anónimo dijo...

Hola!

No sé, Vero. Hay algo conclusivo en la frase, tal vez, pero no me imagino la noche como algo definitivo ahí, es mas bien un puente o algo así...

Inx, cuidaré escoger así el momento propiciatorio.

Laviga dijo...

A mí me pasa que a partir del mediodía suelo engordar, pero en el resto, coincidimos bastante.

Anónimo dijo...

Celebremos la coincidencia, Lavi. Yo hace un tiempo escuché de una que a cierta hora los ojos se le teñian de un ámbar violeta...