16 mayo, 2008

Si veinticinco por cuatro es igual a cien...

"Floating down
through the clouds
memories come rushing
up to meet me now..."

Roger Waters, The gunners dream

Y sí, hijo, creo que tenés razón, yo pienso igual: el tiempo no existe. Creo que lo sé desde siempre, es decir, desde la época en que tenía más o menos tu edad, que es como decir ahora, hace un rato nomás, o mañana, no sé, depende. Depende de cuándo vuelva el sueño. Es así: el viento se pone como más denso y ahí pasa que me puedo colgar del viento. Cuando era chico, yo estaba parado frente a una pared blanca y el viento se arremolinaba y me empujaba hacia arriba. Siempre a mi lado había una planta espinuda con la que me había pinchado una vez, en la casa de tus abuelos. Al principio, no podía alcanzar el borde de la pared. Fue con el tiempo que aprendí a colgarme del viento. Ahora puedo pasear sobre la ciudad, de un techo a una terraza, a una cornisa, un balcón, un campanario. A veces el viento se pone violento, se enoja, se encabrita, y me da un poco de miedo. Pero igual puedo navegar como dando bandazos. Mi sueño tiene una concesión a lo que puede pasar en la realidad: siempre que lo sueño es de noche. Quiero decir que en el sueño es de noche. Y está nublado. Y siempre está la mujer conmigo. Me espera en las cornisas o se cuelga del viento conmigo. Nunca hablamos, o sí hablamos y no hay palabras, o hay palabras y no hay significados, esas cosas de los sueños. En mi sueño me doy cuenta de que me pasa lo del sueño. Esto no significa que me doy cuenta de que sueño, sino de que puedo colgarme del viento. "Otra vez me pasa", pienso en el sueño, advirtiendo lo extraordinario. Y cuando me despierto, pienso "otra vez pasó" y lo recuerdo (y no sé si me acuerdo de un sueño de la víspera o de un sueño que tuve de chico, cuando tenía más o menos tu edad y no podía ver más allá del borde de una pared blanca y había una planta espinuda con la que una vez me pinché). Por eso te digo: tenés razón, hijo, el tiempo no existe. Y ahora vos ahí tenés un misterio y no encontrás la respuesta. La clave es que 25 por 4 es igual a cien. Aunque no tiene por qué ser este, es un misterio que perfectamente puede ocupar toda la vida. Tomate tu tiempo.

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