06 mayo, 2008

Pongámoslo así...

"...amor, deja tus labios entreabiertos
porque ese último beso..."

Pablo Neruda


...la escena yo la vi en una película, en más de una, tal vez: usted llega a su casa antes de la hora habitual. Cuando entra, escucha las risas de su mujer y sonríe, feliz de llegar a casa. La sonrisa le dura en el rostro lo que tarda en darse cuenta de que la risa viene del dormitorio. Anticipando las cosas, usted se acerca sin hacer ruido y se asoma a la puerta entreabierta. Ahí está: su mujer cabalgando feliz sobre una pija que no es la suya (ni suya de usted, ni suya de ella, está claro). Usted sabe que esas cosas pasan, que así es la vida, que la mujer y el deseo, pero, sin hacer ruido, con esa sensación que convencionalmente se describe como un "nublarse la vista", busca un revólver que tiene por ahí, en un cajón del escritorio, en un armario. Vuelve sobre sus pasos e irrumpe en el cuarto, apuntándole a su mujer. "¡No! Esto es... literatura", dice ella, no sé por qué, pero dice eso. Usted en ese momento no está en posición de contraargumentar con esta frase de Borges, cuya mención corre por mi exclusiva cuenta:
"Si esta mañana y este encuentro son sueños, cada uno de los dos tiene que pensar que el soñador es él. Tal vez dejemos de soñar, tal vez no. Nuestra evidente obligación, mientras tanto, es aceptar el sueño, como hemos aceptado el universo y haber sido engendrados y mirar con los ojos y respirar."
No, no: lo suyo es más expeditivo. Como en cuestiones de literatura usted es mas bien incapaz de resoluciones sofisticadas, le pega un tiro a su mujer. Le apunta a la boca (borrar los besos, las palabras de amor, las felaciones) y le dá. No sé si en la boca, pero su mujer cae sobre su amante (suyo de ella, se entiende) con la cara hecha mierda. El tipo (el amante de ella), en ese momento, no sabe si siente miedo, asco o furia.

Usted no tiene la lucidez de pensar que le conviene matar al amante primero y, en lugar de eso, intenta suicidarse. No propondré explicaciones para el hecho de que el amante pegue un salto y se arroje sobre usted, arrebatándole el revólver (encima, le deberá usted la vida).

Si usted fuera un poco versado en eso de la literatura, dedicará su tiempo en prisión a establecer si prefiere eso o la nada.

4 comentarios:

Vero dijo...

Eso de plantear las cosas así, "supongamos que usted..." es inquietante, ¿eh? Me gustó. Bacio.

Anónimo dijo...

Me alegra que te guste :) Bacio per te.

Ojaral dijo...

Entre la pena y la nada, elijo la pena dijo uno.

Anónimo dijo...

Ese mismo, Ojaral, ese mismo. Bienvenido por el boliche...