Claro y evidente: en la vida en soledad, la mente, el pensamiento, la carrera alucinada e idiota del hámster en su rueda, se van comiendo de a poco todo lo que pueda ser su "objeto". Junto con todo eso, hasta el cuerpo pierde entidad. Nos va tragando la irrealidad.
Observé recién una pareja abrazándose en el salón de espera, antes de un viaje que, no sé, tal vez los separará o tal vez los unirá en una aventura. Se tocaban, se palpaban, sin deseo, sin ansia. Parecían estar confirmándose, como ciegos.
Te toco, luego, existo.
5 comentarios:
Esse est percipi (ser es ser percibido), viene diciendo Berkeley desde hace pila de años.
Te comento, luego no existo.
Carlos, te contesto, luego, ambos somos cyborgs (tal vez el mismo).
Vero, me quedo pensando en qué medida el sujeto de la anécdota es berkeleyano: en su fórmula no deja de haber un ego sensual que sabe que toca pero nada nos dice de una certeza de ser tocado... en fin: lides estas en las que uno toca de oído...
Cierto, Pablo. Ah, pero no es culpa de don Berkeley sino de esta bruta que no puso la frase entera, que termina "aut percipere" (o percibir). Creo que me había quedado más en la frase "parecían estar confirmándose, como ciegos" (que me gustó un montón) y ahí clavé lo de ser percibido, desentendiéndome del cierre.
Ah, OK, entonces dos conclusiones: es berkeleyano y yo me debo una lectura.
Hay una canción de Palo Pandolfo, con los Visitantes creo, que decía: "tensión de leones ciegos".
Una línea por la que Palo merece la redención.
("Somos el cielo", se llama la canción, una belleza).
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