Siguiendo un recorrido de lecturas que
no vienen al caso, caigo en la cuenta de que Psiqué es uno de los
personajes de la fecunda mitología griega que cruza vivo al Inframundo.
¿Podríamos llamar a eso “atravesar el dolor”?
(La leyenda se reduce a que Eros,
encargado por su madre de vulnerar la amenazante belleza de la
mortal, se enamora de Psiqué y la secuestra. A Psiqué le agarra
síndrome de Estocolmo y se deja garchar por Eros, que le exige sin
embargo permanecer ignoto, no ser visto, entrar en la que deviene su
mujer protegido por las sombras -pobre Psiqué: no le vé la cara a
Dios, pero siente su potencia. Un día, Psiqué viola el pacto que
los vincula y enciende una lámpara mientras el dios duerme el sueño
del amor. “Sólo un monstruo puede exigir permanecer oculto”. Sin
querer, le quema el rostro con el aceite de la lámpara. Decepcionado
y seguramente dolorido, Eros repudia a Psiqué y vuelve con su mami,
Afrodita. Psiqué, arrepentida, implora el perdón de Eros, el
regreso de su amor. Como si la cosa dependiera sólo de ella,
Afrodita exige a cambio a Psiqué reparar la belleza de su nene,
dañada por la quemadura. Le encomienda ir al inframundo a pedirle a
Perséfone una parte de su hermosura. Psiqué piensa en suicidarse
para llegar rápido al Inframundo, pero tiene una iluminación que le
da un par de ideas mejores. Obviando los detalles, Psiqué logra su
objetivo: cruza viva el Aqueronte, llega al Inframundo, negocia con
Perséfone y regresa al mundo de los vivos con un recipiente lleno de
belleza. Imprudente, abre el recipiente con la intención de robar
una parte para sí. Un sueño de los muertos la fulmina. Eros, con
todo aún enamorado de Psiqué, la despierta. Final Disney. Comerán
luego perdices y de su unión nacerá Placer.)
3 comentarios:
Mirada realista y muy natural de la leyenda...
La leí con una sonrisa por su humor e ironía...
Es bueno sonreír leyendo algo inteligente.
Cristina F.A.
ja. me hizo acordar a una amiga que decía que no hay familia más disfuncional que la de los dioses griegos.
Pero si era como para arrancarse lo' ojos, vea!
Un saludo, C.
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