Nace el impulso de decir algo en el momento en que las palabras huelgan (huelgan, se niegan a hacer su trabajo, bajan los brazos, resisten). Angustia y desconcierto, no tenemos crédito de futuro. Aquí, sin embargo, es el lugar, en este espacio de electrones que él contribuyó a poblar de almas.
Ave, Hernán.
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