"Nadie va a hablar de huesos refiriéndose a un pescado
porque es más parecido a las plantas,
decía mi prima,
como una rosa plateada con olor recio.
Espinas raras las del pescado, pienso yo,
que defienden el cadáver en su plato buscando la garganta”.
Kako, La vida breve de los peces, Valijas de forma rara
porque es más parecido a las plantas,
decía mi prima,
como una rosa plateada con olor recio.
Espinas raras las del pescado, pienso yo,
que defienden el cadáver en su plato buscando la garganta”.
Kako, La vida breve de los peces, Valijas de forma rara
¿Alguna vez te hablé de la espina? Una espina clavada en la garganta. Y no te hablo en sentido figurado, no: yo tenía tres años y me atraganté con una espina de pescado. No guardo de eso nada parecido a un recuerdo, no hay imágenes, no hay nada. Durante mucho tiempo, en cambio, hubo algo más brutal, físico, una arcada, el asco, una violenta, involuntaria e incontrolable oclusión de la garganta, instantánea, un espasmo. Una rosa plateada de olor recio atravesada en la garganta, intragable. Eso es lo único que guardé, por años, del accidente. Todo lo demás lo sé porque me lo contó mi vieja. Era el mediodía, mi viejo no almorzaba en la casa, estábamos solos. Dice mi vieja que vió cómo sorpresivamente empecé a ahogarme, que me puse azul y no podía respirar. Cuenta que me alzó y me colgó de los pies, me golpeó la espalda. Yo no me acuerdo de nada. Debe haberme pegado con fuerza, con desesperación. Y no me acuerdo. ¿Te das cuenta? Me pasó a mí: estar colgado cabeza abajo, mientras mi vieja me cagaba a tortazos... y no me acuerdo. Tenía tres años. No hay nada de eso que llamamos recuerdo y sin embargo el cuerpo... Pienso en la muletilla aquella de Saer: "sin nada parecido a palabras". Así, sin nada parecido a palabras, mi cuerpo mantuvo el conocimiento del ahogo por años. Una rosa plateada de olor recio. No hace mucho, logré al fin comer pescado. Me costó un trabajo de reeducación deliberado: primero bocados pequeños, un esfuerzo por controlar la arcada, con paciencia. Lo logré. Mastico despacio y mucho, trago con prevención y suspicacia, pero puedo descubrir en la mesa que he sido invitado a comer corvina asada sin hacer papelones. Ahora lo pongo en palabras: estaba solo con mi madre, tenía tres años, y una espina saltó la vigilancia maternal y soprendió al inexperto infante. Espero que, una vez dicho, lo que sea que habita las palabras pierda su eficacia de encantamiento y pueda, por fin, desobstruir mi garganta.
15 comentarios:
porque una rosa es una rosa es una rosa
Muy bueno lo dicho en palabras!. Hasta podría formar parte de una cuento de Saer, que si mal no recuerdo se llama "La Mayor".
Tu blog tiene un tono casi efímero y suspicaz. Me ha gustado mucho y si no te invade lo ataré a mi limonero (limonchiflado). Saludos desde Córdoba!
¿Habrá dicho la verdad la madre? ¿El cuerpo recuerda o lee?
Gran regreso, viejo. Un saludo.
Recursividad infinita, que le llaman, Fodor.
Rolocine, gracias por tu comentario. Me quedo pensando en lo de "casi efímero" (¿puede ser de otra manera?), y, faltaba más, ate al limonero, si le place.
Puck, también lector atento, dás con el sortilegio. ¿Leer es dejarse inscribir y nada más? Las ciegas marcas...
Por alguna razón leo esto ahora, leí anoche los dichos de Hammil posteados por Inés y casualmente yo había escrito "¿a quién le importan las historias que se callan?" o algo así.
Creo que más o menos cada uno habla de la misma cosa, pero igual no hagas mucho caso porque últimamente no pego una con mis interpretaciones.
besos
Me quedo pensando en la última frase. Lo que buscás en las palabras es que obren una suerte de magia también, la de librarte de la espina perenne. La palabra como pase mágico.
(Y dicho esto te cuento un secreto, pero, sh, no lo repitas que es muy tonto: cuando me da hipo pienso "es una contracción involuntaria del diafragma", recorriendo despacio las palabras, y se me pasa. ¡En serio! Se ve que me tranquiliza o no sé qué).
Luc, puede ser, cuando leí tu Mitológica, me quedé enganchado con esa frase. Algo resuena, sí. Lo de Hamill... no sé, me suena un poco como que supone que hay un "mas allá" (o "un más acá") de las palabras que las palabras fallan en expresar, pero podrían, y ahí no sé.
Vero: ¡Claro! Esa es la lógica del encantamiento: las palabras lo conjuran (y ahora que digo "conjurar", ¿no es, no sé, digamos extraño que la misma palabra sirva para referirse a los actos de llamar y de ahuyentar los espíritus?) (Shh, queda entre nosotros ;-)
¡Pero lo de Vero es muy intelectual!
Yo cuando tengo hipo pienso "¿qué comí ayer?" y se me pasa antes de acordarme. Otra es una cucharadita de azucar. O contener la respiración lo más que pueda. Ojo, no demasiado porque te podés morir...
Y para la espina miga de pan, claro.
Y para el asado, chimichurri, nada de hierbas raras.
Todo lo demás... palabras.
Para el hipo, a mí me funciona no pensar en él. Para el asado, me gusta agregar guacamole. Y para la espina, abracadabras.
Pero no siempre. A veces contengo la respiración. A veces prefiero la ensalada criolla y a veces uso miga de pan.
¡Ensalada criolla! totalmente...
Pero esto era para comentar en lo de Vero.
¿guacamole? En mi país (Hurlingham) le decimos palta picante a ese pastiche.
Bueno, yo había relacionado el post con esto: http://elinfiernodenuestrodescontento.blogspot.com/2007/11/lo-informulable.html
pero no dije nada por miedo a pasarme de pesada, siempre martillando sobre lo mismo.
¡Qué va a ser intelectual, mi solución para el hipo! Si me da vergüenza contarlo.
El asado... mejor allá en el infierno (que está el fueguito prendido).
Cuestión de avatares: se me dió la contaminación por un primo venezolano, que debería explicar él por qué usaba el nombre mexicano, y en mi memoria quedó como "guacamole". Eso sí: la palta es palta, por muy aguacate que él la llamara...
Ya sé Vero, lo que pasa es que yo casi nunca interpreto lo que hay que interpretar. A veces por jugar, otras por bruta nomás.
Y lo de intelectual lo decía por lo del hipo, te lo juro. El mantra ese: "es una contracción involuntaria del diafragma" A mí no se me ocurren cosas tan lógicas y geniales.
Pero ojo que soy yo la del problema. Siempre tengo que terminar explicando. Igual es al principio. Ya vas a ver el viernes.
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Las palabras aguacate y malvavisco me hacen acordar a los tres chiflados, no sé por qué.
Aguacate, malvavisco...
y mantequilla en la nevera.
De niña me atraganté con un hueso de pollo y me llevaron a la guardia del hospital. Pero más traumático fue cuando me caí en el baño, y me tuvieron que dar unos puntos en la cabeza. Así quedé.
A mí, "malvavisco" me hace pensar en Buzz Lightyear.
¿Y no probaste ningún conjuro, Luciana? Un abrazo
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