11 diciembre, 2006

El viento reposa

Cuando el viento reposa... ¿es como un monje budista en el segundo antes del nirvana?

En el fondo del mar, donde ya no hay luz y la presión es inconmensurable, el agua, apenas fluída, ya casi inmóvil, ¿reposa?

¿O reposa el oranguntán que ve pasar la selva en su mínimo marchitarse?

¿Es como el aliento contenido?

El viento reposa: apenas un sustantivo y un verbo.

Para delimitar el sentido de la expresión probemos cambiar una vez más el sustantivo. Digamos: el hombre reposa. Seguramente no cualquier hombre reposa. La mayoría descansa. Reposa el hombre que puede elegir no usar una energía que, sin embargo, tiene.

Al hacer reposar al hombre, la voluntad ejerce.

Pero, ¿qué pasa si hacemos reposar a algo sin voluntad?

Digamos: los planetas reposan. Reposan suspendidos, apoyados o colgados de la nada mágica de que está hecho el universo.

Y ese reposo magnético es como la deriva retenida que precede al abrupto acontecer de una anacrusa.

La anacrusa ¿empieza con su primer sonido, o empieza antes, contra el fondo de silencio que de golpe se retira para permitirle ser figura?

La anacrusa del cosmos se resuelve en los acentos de la polirritmia que forman las estaciones de todos los planetas, primaveras de Júpiter o Saturno, que seguro tienen.

Anacrusa o compás de espera... y en el movimiento de los planetas, ha cambiado el verbo: los planetas esperan. El hombre espera. Algo del orden del futuro ha preñado de tiempo el reposo del hombre y de los planetas.

Como ese hijo nuestro, que en tu vientre reposa.

Como el viento.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

(Autocomment: un texto que por estos días cumple siete años, como el vendaval que vive conmigo)

Luciana Rezzónico dijo...

Bellísimo, Pablo!!!

inx dijo...

Hermosísimo texto. La belleza reposa sin dormirse, duplicada.

Vero dijo...

¡Lo parió! Hermoso, Pablo. Todo, pero el final da el golpe de gracia.

Anónimo dijo...

:)

Anónimo dijo...

Vos sabés que los momentos criollitas me pueden. ¿No?

¿Nomás siete? No sabés lo que son a los veinte y sufren igualito que uno.

Anónimo dijo...

Yo no diría "nomás", Luc, diría "recién". Voy por etapas, y pienso mas bien en lo que puede convertirse un vendaval "nomás" a los catorce y ya me siento New Orleans. Un besote, Luc.