25 septiembre, 2008

Las fuerzas sutiles

"...el silencio llega hasta
nosotros como una voz..."

Juan José Saer, desde
una anotación de Vero


A ver, sigamos. Detengámonos en el diapasón. Quizás hayamos notado que es un artefacto que produce una vibración de tan baja intensidad que resulta prácticamente inaudible.

Repasemos. Para ponerlo a vibrar, es costumbre entre los músicos golpear el diapasón contra una rodilla. Escuchemos. Para que esto sea posible, es necesario apoyar el artefacto contra alguna caja de resonancia, como por ejemplo el cuerpo de una guitarra, la tapa de un piano.

Observemos. La escena más conmovedora la ofrecen los cantantes: carentes de otra caja de resonancia, se apoyan el diapasón contra el hueso de la mandíbula, ahí donde se articula con el cráneo, muy cerca del orificio del oído. ¿Lo notamos? El tímido diapasón resuena en toda su cabeza, permitiéndoles oir, desde adentro, un sonido delicado e improbable...

1 comentario:

Anónimo dijo...

No entiendo el carácter de su solicitud, señor Librepensador, pero me pegaré una vuelta por ahí...